El transfuguismo en el periodismo disfrazado
Por
David R. Lorenzo
El transfuguismo es una conducta peyorativa, que tiene varias definiciones, pero que, en sentido general, es atribuida a políticos, aspirantes a cargos electivos, parlamentarios y funcionarios edilicios que traicionan a las formaciones que representan, y las abandonan por diversas razones, como por una contra prestación, ya sea mercurial, un cargo público o una candidatura.
Es una forma de
corrupción que lesiona el sistema democrático, que se fue expandiendo y
convirtiendo en una práctica habitual en casi todo el mundo, pero que
afortunadamente, se ha ido legislando para irla erradicando.
Particularmente,
creo que cualquier persona puede cambiar de partidos políticos, por razones
ideológicas, por ser traicionado a sus principios, engaños o por degradación
moral de su agrupación, sin que por eso se le pueda llamar tránsfuga o traidor.
En la República
Dominicana se han presentado casos de transfuguismo, como cuando algunos
gobiernos han comprado legisladores para modificar la Constitución de la República
para permitir la reelección presidencial o cuando algún político convertido en
parásito del Estado, deja su organización para ocupar un cargo público.
Aunque universalmente
el transfuguismo se aplica exclusivamente en el campo político, el mundo del
periodismo no está ajeno a esta desgracia.
Hay periodistas,
“comunicadores” y “buscavidas” que escriben, hablan y hacen la labor de opinólogos,
que por un cargo público o diplomático, asignación de contratas de obras del Estado,
otorgamiento de publicidad o nombramientos para él, sus familias y otros
allegados, defienden a capa y espada a cualquier
gobierno o político. A veces estos son
los más radicales, sectarios e intransigentes.
Sin embargo,
cuando cae el gobierno o el político que defienden, al primer segundo procuran
colocarse en la acera opuesta. Dicen ser amigos y compadres del nuevo presidente
y los otros funcionarios entrantes, y son sus mayores alabarderos.
Muchos de ellos
logran insertarse en el nuevo gobierno, a veces con más privilegios que los que
lucharon para subirlo.
Ese es el
periodismo del dinero que se vende al mejor postor y a la marca. Está en el
mercado al mejor postor y es el comportamiento banal que carece de
credibilidad, pero que lamentablemente, a pesar de eso, tiene seguidores, y a
veces más de la cuenta, porque los idiotas en este mundo son demasiado y
disfrutan de esos espectáculos.
Así de esa manera,
se produce en toda sociedad una lucha entre los que hacen un periodismo apegado
a la objetividad y la honestidad y los magos del disfraz periodístico, que no
tienen escrúpulos y lo que hacen es vender propaganda de la manera más vil.
Postada: El autor
es periodista y abogado de la República Dominicana
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