LENGUAJE TAMBORILEADOS Y SILVIDOS


INTRODUCCIÓN


     La realización de este trabajo es la explicación del desarrollo de la comunicación a lo largo de la historia, y estudios de diversas ciencias, como la antropología y la semiótica que no descansan de investigar y buscar respuestas a los fenómenos tanto cultural y lo que se refiera a la comunicación.
     En el cual se detalla lo que es el lenguajes tamborileados y silbados, la cinésica y la prosémica y lo que es el código musical en sus diferentes puntos a tratar.


1.1 LENGUAJES TAMBORILEADOS Y SILBADOS:
     La sospecha de que los “tonos” tienen valor convencional crece cuando se pasa al examen, realizado por los antropólogos, de los distintos sistemas de señalización por medio de silbidos, pitos, flautas y tambores. Weston La Barre [1964] relaciona una serie de sistemas ségnicos, como el lenguaje silbado y la conversación con xilófono de los chin birmanos; el tamborileo en las raíces de los árboles de los Kwona; el lenguaje con la boca cerrada del Chekiang; el yodel alpino; las comunicaciones referenciales en código silbado de los Ashanti (el sujeto llega a comunicar el lugar donde se debe buscar un objeto); el lenguaje silbado de los habitantes de Canarias que modulan, no los tonemas, sino verdaderos fonemas del español hablado; el lenguaje de tambores del África Occidental, que reproduce rasgos tonémicos del lenguaje hablado en dos tonos básicos del tambor, realizando además comunicaciones muy convencionalizadas, en tanto que los Ewe del Togo han llegado a convencionalizar frases enteras (aunque se trata de sistemas de transcripción similares a nuestros códigos telegráficos); y también las señales con el cuerno de cuatro tonos que transmite, no el equivalente melódico de las formas suprasegmentales, sino unidades diferenciales abstractas y auténticas.
1.2 CINÉSICA Y PROSÉMICA:
     Según Birdswhistell [1964], “cuando la gente emite sonidos y escucha, se mueve y mira, toca y siente, emite y recibe olores, etc., todas estas cosas se combinan de diversos modos para participar en el sistema comunicativo, y no es extraño enunciar que estas modalidades pueden ser estructuradas analógicamente: si se aprenden de una manera sistemática, pueden ser modelizadas de la misma manera, o al menos se puede intentar... Si examinamos un corpus de datos, por ejemplo los films con el alcalde La Guardia hablando yidish, italiano o inglés americano, sus modelos de movimiento cambian de una manera tan sistemática que se podría eliminar el sonoro y adivinar en qué lengua está hablando”.
     Birdwhistell [1952, 1960, 1963, 1965, 1966] ha elaborado un sistema de notaciones de los movimientos corporales que llega a grados de precisión extremos y ha señalado también una nomenclatura de los rasgos pertinentes y de las configuraciones sintagmáticas gestuales, a la que nos referiremos al tratar del código cinematográfico.
     En cuanto al ámbito de la investigación cinésica, he aquí algunas voces de un repertorio sugerido por La Barre [1964]: el lenguaje gestual mudo de los monjes de clausura, el lenguaje de los sordomudos, de los mercaderes hindúes, de los persas, de los gitanos, de los ladrones, de los contrabandistas; los movimientos rituales de las manos de los sacerdotes budistas e hindúes; las comunicaciones de los pescadores de la Patagonia; la cinésica oriental y mediterránea, en la que ocupa un lugar privilegiado la gesticulación napolitana [De Jorio, 1832] (no se debe olvidar que la cinésica napolitana, a través del histórico gesto de Sraffa, está míticamente en la base de los problemas de Wittgenstein sobre el significado...); los gestos estilizados de las figuras de la pintura maya, utilizados para descifrar el lenguaje escrito, de la misma manera que el estudio de la gestualidad griega según aparece en las pinturas de los vasos puede aclarar muchas cosas sobre el período estudiado (y de la misma manera, el estudio de la gestualidad napolitana puede relacionarse con los usos cinésicos de la Magna Grecia y con ello aclarar la cinésica ática). Por las mismas razones, la cinésica estudia la gestualidad teatral, ritualizada en los teatros clásicos orientales, en el mimo y en la danza [cfr. también Greimas, 1968; Guilhot, 1962]
     Los estilos de andar, que varían según las culturas y denotan un ethos distinto; los estilos de posición erecta, en los que la codificación es más rigurosa (y también más variable) en las variaciones militares del ¡atención! y en los estilos casi litúrgicos de los pasos de desfile [cfr. Mauss, 1950].
     Las distintas modalidades de la risa, de la sonrisa, del llanto, aunque elementos del paralenguaje, también lo son de la cinésica. En su punto extremo, la investigación sobre las cinésicas altamente culturalizadas llega al estudio de las posiciones defecatorias, de la micción y del coito (y no digamos las posiciones de los seres en el momento del orgasmo, que no sólo se determina por movimientos fisiológicos, sino que varía según las culturas, como demuestran varios ejemplos de escultura erótica antigua).
     Añadamos los estudios sobre el movimiento de la cabeza (la relatividad cultural de los gestos del “sí” y del “no” es reconocida universalmente), sobre gestos de gracias, sobre el beso (que históricamente es común a las civilizaciones greco-romana y semítica, pero —al parecer— es ignorado en la celta; y en las civilizaciones orientales tiene significados diversos). Semas cinésicos como el de enseñar la lengua adquieren denotaciones distintas en China o en el Sur de Italia; los gestos de desprecio (que en la cinésica italiana son tan abundantes) están codificados como los guiños (lo que para un latino-americano significa “ven acá” para un norteamericano quiere decir “lárgate”). Los gestos de cortesía figuran entre los más codificados, en tanto que los actos motores convencionalizados cambian tanto con el tiempo que se hace difícil comprenderlos e incluso resultan ridículos, como sucede con los films de la época muda. Los gestos de la conversación, que puntualizan o sustituyen frases enteras, se unen a los grandes gestos oratorios. Hay estudios sobre la distinta gestualidad en una conversación entre un italiano y un hebreo en América [Efron, 1941], y tendemos a examinar el valor convencional de los gestos simbólicos (ofrecimientos, dones), la gestualidad en los deportes (estilo del saque en el baloncesto, maneras de maniobrar una canoa), hasta llegar a los estilos del tiro al arco que, junto con los gestos de la ceremonia del té, constituyen los pilares de la etiqueta zen. Tenemos, por último, los distintos significados del silbido (aplauso, desprecio, etc.) y las modalidades del comer y del beber.
     En cada uno de estos casos, como en todo lo que se refiere al paralenguaje, se podría decir como conclusión que, incluso en el caso de que los gestos y los tonos de voz no tuvieran un valor institucionalizado y formalizable, podrían ser interpretados como señales convencionales que orientan al destinatario sobre el código connotativo que debe emplear para descodificar el mensaje lingüístico; y por ello su función de señaladores de código sería en todo caso de gran importancia desde el punto de vista semiológico.
     A la prosémica deberíamos dedicar un capítulo aparte, pero sobre este tema ya nos extenderemos al tratar de los códigos arquitectónica en C.
1.3 LOS CÓDIGOS MUSICALES:
      El problema de la música suele plantearse cuando se trata de comprobar la posibilidad de codificar los tonemas. Ostwald [1964] nos recuerda que la notación musical actual nació de las antiguas notaciones de gestos y de la notación neumática, que registraban fenómenos cinésicos y paralingüísticos a la ver. De todas maneras, en el ámbito musical se pueden individualizar:
A.    Semióticas formalizadas. Son las distintas escalas y gramáticas musicales, los modos clásicos, los sistemas de atracción. Su estudio corresponde a la sintagmática musical, la armonía, el contrapunto, etc. Actualmente se pueden añadir los nuevos sistemas de notación empleados en la música contemporánea, en parte idiolectales, en parte fundados en notaciones icónicas en apariencia, pero que se apoyan en referencias culturales que las convencionalizan. Para la notación cfr. Langleben, 1965.
B.     Sistemas onomatopéyicos. Van desde las onomatoyepas del lenguaje verbal a los repertorios de onomatopeyas de los cómics [cfr. Jakobson, 1964, 1967].
C.    Sistemas connotativos. La tradición pitagórica confiaba a cada modo la connotación de un ethos (en cuyo caso se trataba también del estímulo de un comportamiento), como observa también La Barre [1964]. La connotación de un ethos se encuentra en tradiciones musicales como la China clásica o la India. Puede admitirse la connotatividad de las grandes cadenas sintagmáticas, incluso en lo que se refiere a la música moderna, aunque sobre este particular sea válida la advertencia de que las frases musicales no se han de considerar dotadas de valor semántico. Pero es difícil negar las connotaciones convencionalizadas de algunas músicas estereotipadas: pensemos en la música “thrilling”, en la música “pastoral” o “marcial”; y también existen músicas tan ligadas a unas ideologías precisas que asumen un valor connotativo indiscutible (La Marsellesa, La Internacional).
D.    Sistemas denotativos. Por ejemplo, las señales musicales que denotan una orden (atención, descanso, izar bandera, rancho, silencio, diana, carguen), hasta el punto de que quien no capta la denotación precisa incurrir, en sanciones. Estas mismas señales asumen valores connotativos del tipo “valor”, “patria”, “guerra”, etc. La Barre cita el sistema de conversación por medio de la flauta pentatonal, utilizado por los aborígenes de Sudamérica.
E.     Connotaciones estilísticas. En este sentido, una música reconocible como del siglo XVIII connota un ethos reconocible, un rock connota “modernidad”, un ritmo binario tiene connotaciones distintas a un ritmo de tres por cuatro, según el contexto y las circunstancias. Igualmente se pueden estudiar los diversos estilos de canto a través de los siglos y de las distintas culturas.


CONCLUSIÓN


     El presente trabajo fue el esfuerzo de uno de lo grande estudioso de la ciencia de la comunicación desde el enfoque de la semiótica para dar una firme respuesta, al proceso de comunicación que se desarrolla en cada cultura, y de las distintas maneras de expresar una idea en el marco de la sociedad civilizada.

     La entrega de cada autor de las obras de estudios semióticos es las ganancias que hoy puede exhibir la comunicación y sus intelectuales.    

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